Hace pocos días hemos sido testigos del drama que la familia Villasante, de Lanco, vive a raíz de la ocupación no autorizada por ellos de más de 70 animales ajenos, en su predio. La verdad es que la valentía de dicha familia es encomiable. Desde hace unos cinco años, les han quemado su casa, destruido equipos de riego y cada vez que hacen conservación de forraje se los destruyen. De hecho ya no pueden trabajar una parte de su predio. Pero no son los únicos. Durante años hemos visto cómo familias de agricultores pequeños, medianos y grandes se atrevieron a permanecer en sus campos a pesar de los cada día más frecuentes atentados. Sin embargo, la impunidad al terrorismo está instalada. Es sorprendente y frustrante ver como se cometen actos ilegales a vista y paciencia de las policías y autoridades civiles. Tampoco es fácil entender como en flagrancia, el sistema penal se toma su tiempo. ¿Es que acaso una familia común y corriente, dueña de su tierra, no puede trabajarla sin temor a ser castigados por terceros por el sólo hecho querer cosechar el legítimo fruto de su trabajo? Algunos agricultores, pensando en su seguridad y en la de su familia, han optado por hacer la vista gorda para no ser amedrentados por grupos violentistas, un verdadero bulling. Estos actos acontecidos principalmente en La Araucanía, y últimamente en la Región de Los Ríos y en el norte de la Región de Los Lagos, deben calificarse como terrorismo. ¿Por qué?, porque causan miedo…terror, de manera programada, con un objetivo político y de efecto generalizado en la población. Otra cosa es preguntarse si dichos actos son atribuibles a todo un pueblo, el mapuche. A nuestro entender, no lo es. Los que hemos tenido la suerte de trabajar con algún descendiente de nuestros pueblos originarios, sabemos que tenemos objetivos comunes: trabajar, prosperar y darle un buen y mejor futuro a nuestros hijos. Sin duda que los actos violentos son obra de unos pocos, que poco o nada tienen que ver con el pueblo que es raza fundamental del pueblo chileno, sumado a razas europeas, norafricanas y de medio oriente, entre las principales.