El presidente de los agricultores de Osorno, Christian Arntz, plantea el cooperativismo como solución para los productores, los que en la SagoFisur mostraron lo complejo del momento que viven. El ministro de Agricultura anuncia que antes de fin de año hará propuesta sobre tipificación de la carne.
DOS formas de enfrentar el momento que vive la ganadería sureña se enfrentaron en la reciente SAGO-Fisur. Por un lado, los lecheros de Osorno trataron de poner en primer plano el tema de las salvaguardias que pidieron a principios de año, por el aumento de las importaciones lácteas, que todavía no se dirime. La jugada tuvo al menos dos movidas: una inserción de una página en el diario Austral de Osorno pidiendo una pronta decisión y, sin aludir directamente al ministro de Agricultura, Antonio Walker, criticaron la preocupación de las autoridades por los empleos y daños a raíz de la granizada en la zona central, y que no haya la misma inquietud por el futuro de las regiones que dependen de la leche. Además, cuando Walker habló en la inauguración de la feria, pusieron un gran cartel que decía: «No + cierre de lecherías, salvaguardias urgente».
Pese al despliegue, tanto la autoridad de Agricultura como el presidente de la Sociedad Agrícola y Ganadera de Osorno, Christian Arntz, no tocaron el tema en sus discursos, solo después de la ceremonia, frente a la prensa, aclararon que la decisión de establecer o no salvaguardias está en manos de la Comisión de Distorsiones.
Christian Arntz, que también es presidente del directorio de Campos Australes, si bien reconoce la urgencia de la ganadería, propone alternativas para avanzar.
«La agricultura siempre está en crisis, pero particularmente en estos dos rubros vemos que hemos llegado a una situación límite, que pasa porque los márgenes se han estrechado. Y, lógicamente, las empresas que se dedican a la industrialización, lícitamente, hacen su negocio y no tienen por qué hacérselo a los demás. Por lo tanto, la única manera que tiene el productor de subsistir y desarrollarse es entrando en el negocio, y lo más viable que hemos visto es a través de una cooperativa».
Como es costumbre, Colun es mencionada como el modelo a imitar, y de ahí surge la iniciativa de Campos Australes, que partió de la empresa Manuka, de capitales neozelandeses y chilenos.
Un nuevo modelo
«En la leche no vemos que el modelo sea el que en Chile se ha dado hasta ahora. La interpretación que uno hace es que hoy las empresas que compran leche en la zona al parecer están cómodas con su negocio y no quieren desarrollarlo más. No tienen ningún interés en llevarnos a nuestro potencial», dice Arntz.
Se refiere a que la producción actual está en dos mil 500 millones de litros, pero el sector podría producir cuatro veces esa cantidad. Lo deduce, dice, porque de lo contrario las empresas estarían en una guerra por conseguir productores, fomentando que invirtieran y crecieran.
«Tienen sus balances y sus cuentas muy buenas para sus socios, pero para el productor esa fórmula no sirve. La única manera que nos queda es con asociatividad, y dentro de eso, con cooperativas. En la SAGO creemos fervientemente en que esa es la solución. En todos los países donde existen cooperativas fuertes, los productores subsisten y se desarrollan. Donde existe el modelo como el que tiene Chile actualmente, los productores terminan desapareciendo y quedan solamente los muy grandes, que tienen economía de escala. Así es como en Chile han desaparecido, en los últimos 30 años, 45 mil productores, y solo quedan cinco mil.
-¿Qué parte de la crisis es culpa de los productores?
-La culpa es compartida en 50%. Creo que los productores son muy eficientes, producen muy bien, tienen la mejor calidad del mundo, pero son muy malos comercializadores, porque entregan su leche al precio que sea. Se podrá alegar, hacer alguna manifestación, pero no se pasa más allá. Eso significa hacerse cargo de la comercialización de su producto. Tiene que entender que en los tiempos modernos no basta con producir, hay que elaborar alimento y llegar con él a la puerta del consumidor. Ese es el fin. Los supermercados también van a pasar, porque se va a comprar por internet. Y si el lechero quiere participar en ese mercado, va a tener que ser dueño de su leche, dueño de la industria o asociado a alguna. Así lo vemos.
Es fuerte, pero es real.
De vida o muerte
-En la producción de carne se puede percibir que hay incluso más concentración…
-Es el mismo problema, pero más grave, porque en la leche todavía subsisten productores con este modelo. Son los que han entendido que el tema va por los sólidos y se han adaptado. En el tema de la carne, Chile tiene que abrirse completamente a exportar. Es la forma para lograr un desarrollo. El sector cárnico tiene el problema de que a pocos cientos de kilómetros están los más grandes productores de carne del mundo, partiendo por Brasil, que tiene más de 200 millones de cabezas. Chile solo tiene poco más del 1% comparado con ellos. Por lo tanto, no puede competir por precio contra esos mercados. El país tiene mejor calidad, pero lamentablemente esa calidad no la paga el chileno. Por eso, para desarrollar el sector, aunque suene feo, el futuro, a lo mejor, es exportar el ciento por ciento de la producción y que Chile sea un importador neto.
El modelo de la carne tiene muchos intermediarios a diferencia de la leche. El que cría, el que recría, el que engorda, el que compra en la feria y después lo lleva a frigorífico o a las carnicerías. Entonces, un negocio de tan baja rentabilidad, que además tiene que dejar margen por todas partes, termina con un retorno muy pequeño. De ahí que la manera de subsistir y desarrollarse, quizás más importante que en la leche, es la integración vertical de los productores. Es de vida o muerte.
-¿También pensando en el modelo Colun?
-Las puertas están abiertas para todos los modelos. Si hay plantas faenadoras que quieran integrarse con los productores, estamos dispuestos a escuchar todas las fórmulas posibles. Pero si eso no es así, vamos a tener que seguir el camino de la integración vertical por nosotros mismos, y, nuevamente, el modelo más fructífero es la cooperativa. Por lo tanto, tenemos un modelo exitoso en Colun, tenemos Campos Australes, proyecto que camina hacia una cooperativa y que queremos que sea tan exitosa como Colun, y tenemos en el tablero de dibujo una cooperativa ganadera.
-¿Por qué el sector productor no ha podido terminar con la tipificación de la carne, si se considera que esta norma no permite valorar adecuadamente la carne nacional?
-El ministro de Agricultura pidió un acuerdo amplio, pero existen todavía algunos gremios que están obstinados en mantenerla, creo que en gran medida porque no conocen el mercado. Sin ser peyorativo, ellos conocen de la tranca para adentro, pero este es un negocio en el cual el producto tiene que llegar hasta el consumidor.
El gran problema de la tipificación es que por un lado no permite que ciertos cortes de animales que no califican como V, y que son tan buenos o mejores, lleguen al supermercado por culpa de la norma. No nos protege, porque no es eficiente, tampoco orienta al consumidor y tiene un efecto súper importante en la pequeña agricultura. Un productor que tiene una vaquilla preñada tiene que elegir entre hacerla parir y que críe su ternero o venderla. Pero si deja la vaquilla, cuando termine puede caer en otra categoría de menor valor y terminar siendo un mal negocio. Eso es ridículo porque esta archicomprobado científicamente que hoy los procesos industriales independizan la edad de la terneza. Si bien un animal más adulto tiene la carne más dura que uno más nuevo, los procesos industriales hacen que eso ya no sea tan así, con la maduración, por ejemplo.
-¿El rechazo viene de Fedecarne?
-Son gremios que están dentro de Fedecarne. Hicimos una larga ponencia de los inconvenientes que tiene la tipificación, presentamos argumentos que a nuestro entender no fueron contrastados con la misma rigurosidad, y el diálogo se entrampó. Sentimos que no podíamos avanzar, que estábamos en una calle sin salida, y eso desencadenó que nos saliéramos de la federación para poder tener una voz y decirle al país ganadero que manteniendo esta tipificación se está cometiendo un terrible error… Nadie puede decir que es una política exitosa cuado pasamos de 4,2 millones de cabezas a 2,7 millones. Nadie puede decir que nos protegió si ya muchos supermercados ni siquiera venden carne nacional. ¿Cuál es el gran beneficio?
Ellos se amparan en presunciones que no son fundadas a esta altura del partido. Ellos creen en quimeras. Que se va a poder fiscalizar y que va a haber esto o lo otro. La norma de tipificación no permite hacer una fiscalización objetiva, porque lo que llega aquí no es el animal que es el objeto de la tipificación, llega la carne.
-Se dice que hay oportunidades de exportación, pero faltan animales aptos. ¿El SAG ha dado todos los pasos necesarios?
-Está dando los pasos, porque el Pabco -control oficial de los animales- va a quedar para Europa solamente, que es el que pide esos requisitos. Ahora vamos a tener el Sinap, sistema que ya está en funcionamiento que une todas las normativas vigentes y que cada ganadero debiera cumplir para exportar a los demás mercados.