Elimina las letras V C U N O, que indican la edad del animal, en el comercio minorista. El producto importado solo podría informar el origen y tipo de corte, mientras que para el nacional establece dos sellos. Críticas y aplausos genera proyecto que algunos creen promovería mayor ingreso de carne de dudosa clasificación.
C uando la Ley de la Carne comenzó a regir en 1992 se le consideraba el instrumento que iba a impulsar al sector e iba a generar carne de calidad y de razas especializadas. Para algunos, si bien logró modernizar el sector y ordenarlo, por otro lado, permitió el crecimiento de las importaciones y una competencia desleal. El resultado, un sector que de cuatro millones de cabezas habría pasado a 2,7 millones, aunque algunos creen que son solo dos millones.
De ahí que un sector pida la derogación de la tipificación, culpándola de la alicaída realidad. Ante la falta de una propuesta de consenso, el Ministerio de Agricultura zanjó la situación presentando un proyecto a los miembros de la Comisión Nacional de la Carne, a fines del 2018.
La propuesta consiste en modificar el reglamento para que la tipificación llegue solo hasta la canal -cuerpo del animal sacrificado-, en la etapa de transacción mayorista. La carne al detalle, cuyos cortes se venden en carnicerías y supermercados ya no llevaría las letras V C U N O, independiente de la calidad. A eso se sumarían dos sellos voluntarios. El primero señalaría que esa carne ha sido faenada en Chile, y el segundo, vinculante con el anterior, permitiría destacar algunos atributos de calidad.
El sector privado quedó de reunirse en Temuco el 14 de enero para analizar la propuesta, y el 21 presentar sus sugerencias. Aquí un adelanto de los comentarios.
Posible obstáculo al comercio
Se plantean dudas respecto de la decisión de no modificar la ley, sino el reglamento con un decreto supremo. Esto, suponen, para evitar el paso por el Congreso, donde el Gobierno no tiene mayoría, y también para evitar que se convierta en un obstáculo técnico al comercio, ya que los países abastecedores de carne, podrían plantear que los productos importados deben tener el mismo trato y no ser discriminados.
Por la transparencia
«La propuesta tiene un enfoque directo en la transparencia para que el consumidor no siga confundiéndose en cuanto a la calidad. Ahora, para la carne producida en Chile y que tenga características de calidad, el SAG dispondrá de una certificación oficial para asegurar el cumplimiento de estas a quienes voluntariamente se suscriban para ser validados por la autoridad. Esto también servirá como atributo para las exportaciones», señala Rafael Lecaros, gerente general de Faenacar.
Destaca que el primer sello habla de atributos del ganado chileno que da origen a la carne, como la trazabilidad, sanidad y bienestar animal. El segundo agrega las características técnicas organolépticas de la carne y de los procesos de transformación.
«Esto favorece al consumidor, que podrá diferenciar la calidad que desea pagar… Así, los ganaderos que han invertido en formar el patrimonio genético podrán diferenciarse y beneficiarse. Serán los consumidores quienes pondrán las barreras con su preferencia, y los vendedores, procesadores y productores los que harán su máximo esfuerzo porque se reconozcan sus atributos mediante marcas y certificaciones privadas u oficiales», añade.
Un retroceso
Aunque valora que se mantenga la categoria V sin modificaciones, porque considera fundamental diferenciar a los animales jóvenes, el médico veterinario y experto en el tema Rodrigo Prado Donoso considera «un contrasentido y un error incomprensible que la tipificación llegue hasta la canal, ya que de esta forma se impide al consumidor saber si la carne que compra viene de animales jóvenes o viejos».
Advierte que si el sello SAG no informa la edad, la carne de animales jóvenes podría ser mezclada con la de animales viejos.
«Es un contrasentido tipificar para establecer una diferenciación, y luego esta diferencia, que afecta la calidad de la carne, no quede disponible para el consumidor. Es inexplicable. No porque la carne importada venga deslealmente tipificada, se debe promover una conducta similar… Es nivelar hacia abajo», dice.
Facilidades para la carne que no cumple
«La eliminación de la obligatoriedad de la norma hasta la carne facilitará la internación de carne con dudosa clasificación», plantean en Agrollanquihue, y temen que con el cambio «se agrave la escasa fiscalización en origen y se produzca un aumento de las importaciones, lo que le quita transparencia a la información que llega al consumidor nacional», señala Rodrigo Mardones, gerente de la entidad gremial sureña.
Agrollanquihue propone una norma que relacione un tipo de ganado con cierta calidad de carne, con los parámetros que más orientan al consumidor, como la terneza, el sabor y la jugosidad. La terneza se correlaciona con la edad, lo que considera la tipificación actual pero que se perdería con la propuesta del Gobierno. «Esa información no llegará al consumidor final», señala Mardones.
Sobre los sellos, anticipa que la decisión de diferenciar dependerá solo de los comercializadores y no de los ganaderos. «La gracia de la tipificación obligatoria es que toda la cadena tiene las reglas del juego más claras… Los sellos no deben reemplazar la norma oficial», añade.
Impactos en la producción primaria
En Fedecarne ven la propuesta como una base para seguir avanzando, pero consideran importante conciliar los distintos intereses de la cadena. Además están interesados en revisar posibles impactos no calculados en la producción primaria.
«El Minagri cumplió con presentar una propuesta y no dejarnos a la deriva. Ahora vamos a analizar internamente el documento y aportar con propuestas», señala Víctor Valentín, presidente de Fedecarne.
También se enfocarán en cuáles pueden ser los atributos prioritarios del segundo sello de calidad. Destaca que la tipificación no se termina y que el éxito de los sellos se determinará por la difusión y educación.
Fuente: Revista del Campo, El Mercurio