El ciclo de vacunación de un bovino debe considerar aplicaciones desde su nacimiento hasta su adultez y contemplar la entrega de dosis contra virus, bacterias y protozoos de alto impacto para el negocio.
Las enfermedades infecciosas, producidas por virus, bacterias y algunos protozoos de menor tamaño —que producen una serie de cuadros clínicos como problemas respiratorios, digestivos y reproductivos— pueden derivar en cuantiosas pérdidas económicas para el productor de leche.
Dentro de las enfermedades virales, las más importantes son el IBR o rinotraqueitis infecciosa bovina, que produce cuadros respiratorios del tracto superior y abortos en vacas preñadas. También tenemos el virus DVB o diarrea viral bovina, que genera una serie de síndromes clínicos como cuadros respiratorios y digestivos en adultos y animales jóvenes, mortalidad embrionaria temprana y abortos en animales preñados, e inmunosupresión marcada, que es la puerta de entrada para otras enfermedades. Por otro lado, el virus de la parainfluenza (PI3) es otro agente que produce cuadros respiratorios en animales jóvenes y adultos y abortos en animales preñados.
Últimamente también ha aparecido el virus sincicial respiratorio bovino, que ha causado muchos cuadros de neumonía en animales jóvenes y, en menor grado, en animales adultos. Otra enfermedad viral de importancia es la “leucosisenzootica”, que produce un típico desarrollo de tumores linfáticos ganglionares e infiltración linfática de órganos como el corazón, el útero y el abomaso.
Entre las enfermedades virales de mínima presentación están la rabia y la fiebre aftosa, que en el caso de Chile se encuentra erradicada.
Dentro de las enfermedades bacterianas, los cuadros producidos por Clostridios son comunes en los planteles bovinos. Así, por ejemplo, los clostridios de origen intestinal (C. perfringens) producen las típicas “enterotoxemias”, producto de un manejo alimentario inconsistente, con cuadros digestivos hemorrágicos agresivos, que causan la muerte del animal. Por otro lado, existen otras enfermedades clostridiales que afectan principalmente a animales a pastoreo donde encontramos la típica “mancha” (C. chaouvei), “meada de sangre” o hemoglobinuria infecciosa (C. hemoliticum); y el “edema maligno” o gangrena (C. septicum).
Otra enfermedad bacteriana importante es la leptospirosis, que puede producir cuadros tanto en el tracto urinario y renal del animal como en su sistema reproductivo, llevándolo a que se produzca mortalidad embrionaria y abortos. También aquí encontramos a la brucelosis, la que produce un típico aborto de animales de más de 3 meses de preñez. Junto con estas, también es de extrema importancia la tuberculosis bovina. Otras bacterias de interés son las que producen la paratuberculosis, la listeriosis y los diversos cuadros de mastitis bovina (Estreptococos, Estafilococos, E. coli y otras ambientales).
Dentro de los parásitos más comunes y que producen infecciones de tipo contagiosas tenemos a las coccidias, sobre todo en terneras destetadas; al Criptosporidiumparvum, que produce una típica diarrea la segunda semana de vida del ternero; y la Neospora, que produce abortos en vacas preñadas infectadas y que se contagia por consumo de forrajes y pastos contaminados con fecas de canidos (perros, coyotes, etc.). También tenemos a la tricomoniasis, que es una enfermedad producida por un protozoo transmitido vía monta natural por toros portadores.
Muchas de estas enfermedades, por suerte, pueden ser prevenidas a través del uso de vacunas. Sin embargo, hay otras donde estas herramientas lamentablemente no funcionan como uno esperaría. Dentro de ellas tenemos a la tuberculosis, la paratuberculosis, la leucosis, la listerioisis y las enfermedades protozoarias en general (neospora, coccidias y criptosporidiosis).
En mi experiencia profesional y académica en Estados Unidos, puedo decir que la filosofía del uso de vacunas de este país es muy superior a la que existe en Chile, donde el nivel de utilización de estas herramientas es muy bajo.
Hay muchos productores de leche que no entienden que el uso de vacunas tiene un reconocido costo beneficio en relación a las enfermedades que previenen. A modo de ejemplo, enfermedades que producen mortalidad embrionaria temprana como la leptospirosis y la diarrea viral bovina, le significan al productor un incremento en sus días abiertos y días en leche con las consecuentes perdidas económicas. En ese sentido, hay que recordar que cada día abierto tiene un costo extra de 2 a 6 dólares por vaca, lo que es mucho dinero. Si logramos bajar los días abiertos del rebaño en un par, tendremos que las vacunas que se utilizan parar controlar las pérdidas reproductivas se pagarán de forma eficiente.
La estrategia de vacunación
Por este motivo, en los siguientes párrafos vamos a establecer y recomendar un programa de vacunación racional que sin lugar a dudas va a mejorar la eficiencia productiva y reproductiva de los sistemas de producción de leche. Para eso vamos a partir desde el nacimiento de la ternera hasta llegar a un animal adulto.
La primera vacuna a considerar es aquella que pueda mejorar la calidad del calostro que reciben los terneros al nacimiento. No obstante, la vacuna no va a ser eficaz si el manejo del calostro en el rebaño es ineficiente. Estas vacunas se deben aplicar a la vaca preñada 1 mes antes del parto y se basan en virus y bacterias que producen diarreas en el ternero, como el rota y corona virus y la Escherichiacoli.
Después de llevar a cabo un manejo eficiente del calostro, se debe desinfectar el cordón umbilical y colocar a la ternera en un lugar seco, bien ventilado y protegido de las temperaturas extremas. Si los problemas respiratorios son recurrentes, se recomienda el uso de vacunas intra-nasales que estimulan la inmunidad local contra virus como el IBR y la parainfluenza.
A las 6 semanas de vida, se recomienda aplicar alguna vacuna a Virus Vivo Modificado para prevenir el IBR, la parainfluenza, la diarrea viral bovina y neumonía producidas por el virus sincicial. También se recomienda aplicar una vacuna clostridial contra las 7 especies más comunes de clostridios y/o, en algunos casos, el tétano (8 especies).
Entre 4 y 6 meses de edad, se debería aplicar la vacuna RB51 para prevenir la brucelosis, y a los 6 repetir la vacuna a virus vivo modificado y clostridial que se aplicó a las 6 semanas. A partir de este momento, se debería considerar una primera dosis de una vacuna que prevenga la leptospirosis tradicional en base a los serovares Leptospiracanicola, L. grippotyphosa, L. hardjo, L. icterohaemorrhagiae, y L. pomona.
Al pre-encaste y encaste (inicial y booster), se recomienda el uso de una vacuna contra la Leptospiraborgepetersenii tipo hardjo-bovis, que produce principalmente mortalidad temprana. Luego se debería aplicar una vacunación anual, antes del primer servicio. También en este momento se debería repetir la vacuna a virus vivo modificado, clostridial y leptospirosis tradicional (5-way).
Antes del parto (40-60 días preparto), se recomienda repetir la vacuna a virus vivo modificado y leptospirosis tradicional y la vacuna para mejorar la calidad del calostro.
A los 7 y 8 meses de gestación de la vaquilla, y luego cuando sea vaca, se debe aplicar la vacuna contra mastitis a coli, la que ayuda a reducir la severidad en la presentación de mastitis ambientales. Luego se debe repetir la tercera dosis 2 semanas después del parto.
Al examen de posparto (30 a 35 días después del parto), se debe aplicar la vacuna a virus vivo modificado, clostridiales y contra leptospirosis (antes del primer servicio).
Otras vacunas a considerar son contra la queratoconjuntivitis (Moraxellabovis), sobre todo en épocas de verano, cuando esta enfermedad es más prevalente. No obstante, el control de moscas y polvo es también fundamental para prevenir esta condición.
De esta forma, el ciclo de vacunación de un bovino debe considerar aplicaciones desde su nacimiento hasta su adultez.
Fuente: El Mercurio