Hacer un uso eficiente del escaso recurso hídrico disponible, sembrar variedades resistentes a la sequía, evitar el sobrepastoreo y entregar dietas suplementarias son algunas de las medidas que se pueden adoptar.

La sequía es en la actualidad uno de los principales problemas que enfrenta la actividad ganadera, debido a que su acción ha llevado a que la disponibilidad de praderas a lo largo de todo el país se vea fuertemente afectada.

Si bien esta situación ha afectado a todos los rubros, hasta ahora son los crianceros y los engorderos, especialmente los de la zona centro-norte, los que se han visto más perjudicados.

“La desvalorización de los animales por la pérdida de peso es compleja de cuantificar, pero en el escenario actual, la depreciación estaría bordeando el 60% y podría seguir empeorando, por lo que los crianceros y la engorda, desaparecerían en el corto plazo en la zona central”, asegura Rodrigo Prado, exprofesor de la Universidad de Chile, con estudios de postgrado en EE.UU. y Escocia.

Ante este panorama, y considerando que los pronósticos no muestran señales de recuperación en el corto plazo, los expertos coinciden en que los ganaderos, especialmente los ubicados en la zona centro-sur y sur, deberían comenzar a tomar medidas que les permitan suavizar en algo los efectos de la sequía en sus negocios.

Buscar la eficiencia

La mejor opción para reducir los riesgos de sufrir problemas a causa de la sequía es que los ganaderos, especialmente aquellos ubicados desde el sur del Maule hasta Magallanes, lleguen al verano, que es la época de más calor, con la mayor cantidad de agua disponible posible. Esto les permitirá satisfacer las necesidades de los animales, que por estas fechas duplican sus requerimientos de agua respecto del invierno, y regar las praderas.

Si bien para que aquello suceda se requiere que llueva, resulta fundamental que además de esto se adopten medidas que permitan que la poca agua que pueda caer en las próximas semanas no se pierda.

Una alternativa para lograr ese objetivo es establecer sistemas de captación y almacenamiento de aguas en los predios.

“Se pueden construir obras como tranques prediales”, dice Rodrigo Arias, académico del Instituto de Producción Animal de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile.

Lo anterior se puede complementar con la utilización de sistemas de riego de bajo costo como mangas o el uso de pequeñas válvulas de presión que permitan distribuir el agua con mayor facilidad a través de los predios.

“Aquellos crianceros que trabajan desde el Maule al sur, pueden optar por sistemas de aspersión, ya sean gravitacionales (goteo) o que usen energía (microaspersores). Si bien esta no es la forma más eficaz de enfrentar a futuro la sequía, sí es la más conveniente de cara a este verano”, advierte Christian Hepp, coordinador nacional del Programa de Sistemas Ganaderos del INIA.

Es importante que el uso de estas herramientas sean complementadas con medidas de mitigación que apunten a disminuir el estrés calórico de los animales durante el verano.

“En ese sentido, lo principal será asegurarse que los animales cuenten con sombra, lo que ayudará a que su demanda por agua no se incremente aún más”, complementa Rodrigo Arias.

Mejorando las praderas

Los expertos concuerdan en que por más eficaz que sea el riego y el manejo hídrico que se haga, no se lograrán resultados en la medida que las praderas sean sembradas con variedades que no tengan una alta resistencia a la sequía.

“Si esto se hace, se gastará agua en plantas muertas o que lo estarán muy pronto”, asegura Christian Hepp.

Una alternativa es incorporar plantas de arraigamiento más profundo como alfalfa y trébol rosado, las cuales tienen una necesidad hídrica 20% menor a la ballica, es decir, requieren ser regadas una vez cada dos meses. Sin embargo, si el ganadero no cuenta con los recursos para regar, lo mejor será que siembre festuca, bromo o pasto ovillo, ya que estas especies tienen una necesidad hídrica 80% menor a la ballica, lo que les permite resistir de buena forma las altas temperaturas.

“Además es de gran utilidad para el rubro de los crianceros al contener un alto valor proteico”, sostiene Christian Hepp.

Por su parte, Carlos Díaz Boudon, asesor ganadero, propone en casos extremos integrar otras variedades como Falaris mezcladas con tréboles subterráneos, las cuales facilitarán que el agua sea retenida por el suelo, a tal punto que no habrá necesidad de regarlas hasta por 6 meses. Incluso así —dice— continuarán desarrollándose.

“Sin embargo, posterior a los 6 meses, la planta necesitará de, al menos, 300 mm de agua para subsistir y producir materia seca, por lo que si el ganadero no está seguro de si podrá regar en los 6 meses venideros es mejor que no la siembre”, advierte.

En ese caso, Carlos Díaz recomienda incorporar el cactus Opuntia, una especie que puede ser usada solo como forraje, y que entrega entre 20 y 30 toneladas de materia seca por hectárea al año.

“Opuntia, que será de especial utilidad para el ganado de engorda, es una opción que debe ser usada en el caso de que la sequía llegue a límites extremos en la zona sur, lo que podría ocurrir si para agosto del próximo año las lluvias no llegan”, asegura.

Una alternativa para mejorar los resultados del ganadero y contar con forraje suficiente en el verano e invierno del próximo año es incorporar, de forma paralela a la pradera, variedades de maíz o cereal.

“Una de las mejores alternativas es plantar sorgo, que tiene una necesidad hídrica que corresponde a un tercio de la del trigo y el maíz, lo que le permite ser mucho más tolerante a la sequía, aunque su rendimiento suele ser entre un 3% a 5% menor por hectárea respecto a los demás granos”, dice Díaz.

Cuidado con el sobrepastoreo

Más allá de la variedad que se utilice en las praderas, es importante que los ganaderos tomen medidas que apunten a evitar el sobrepastoreo.

En ese sentido, Rodrigo Arias recomienda regular la carga animal, teniendo claro que un bovino de carne consume entre 2% y 3% de su peso vivo por día.

“Una vaca de 500 kg consumirá cerca del 2% de su peso vivo, es decir, 10 kg de materia seca por día. En tanto, un ternero destetado, de 250 kg, consumirá cerca del 3%, es decir, unos 7,5 kg de materia seca por día. Con estos datos, sumado al uso de platos forrajeros en la pradera, es posible calcular la disponibilidad de forraje como también estimar el número de animales que podrán pastorear por hectárea así como también el tiempo que deberán estar allí”, asegura.

En la misma línea, Arias sostienen que siempre se debe considerar dejar un residuo de al menos 2 cm que permita un rápido rebrote de la pradera.

Más información:  Campo – El Mercurio