Actualmente, la industria láctea presenta a los productores, procesadores y minoristas retos originados en los cambios que se observan en los modelos de demanda de los consumidores, cuyas preferencias exigen cambiar la forma en que se producen los alimentos a lo largo de las etapas de las diversas cadenas de valor, independientemente de las coyunturas internacionales vigentes.

En primer lugar, cabe destacar que el volumen de leche vacuna producida a nivel global se ha incrementado incesantemente en los últimos años, pasando de 497 millones de toneladas métricas en 2015 a 522 millones en 2019.

En dicho proceso, la Unión Europea (UE) se ha visto confirmada como la mayor región productora de leche vacuna a nivel mundial, concentrando casi 155 millones de toneladas métricas en 2019 (30% del total) a partir de un rebaño superior a 23 millones de vacas lecheras.

Por su parte, Nueva Zelanda -segundo generador de leche del mundo, con una fuerte reputación como proveedor de productos lácteos de elevada calidad sustentados en torno a la concentración de 5 millones de vacas lecheras-, registró en 2018 una producción de 22 millones de toneladas métricas, récord histórico para el país, que se extendió durante el primer trimestre de 2019 hasta alcanzar seis millones de toneladas métricas.

En cuanto a la demanda, la leche no se consume solamente en forma líquida, sino que se procesa, asimismo, hasta obtener manteca, quesos o yogures, productos de alto valor agregado cuya producción se concentra en la UE y Estados Unidos. Al respecto, los yogures constituyen uno de los productos lácteos de mayor consumo a nivel mundial, esperándose que sus ventas avancen significativamente en valor a lo largo de los próximos años.

En este sentido, al inicio de 2020 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO),así como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), predecían un incremento global de la producción de lácteos destinados al consumo fresco (2,1%) y (1,5%) al procesamiento. Esas previsiones, no obstante, podrían verse afectadas por la pandemia global declarada en marzo por la Organización Mundial de la Salud (OMS) por el Covid-19. En efecto, el esfuerzo sanitario de los gobiernos ha confluido en una crisis financiera y económica que afecta a la producción y consumo de múltiples sectores, con la previsible retracción mundial en el campo económico.

En este contexto, el Rabobank (Banco de las Cooperativas Agrícolas de los Países Bajos), con sede en Utrecht y líder mundial en el financiamiento de proyectos y negocios agropecuarios, anticipó que la industria láctea ya se encontraba en riesgo en 2020 debido a la desaceleración en la economía mundial, incluso con anterioridad a la pandemia, que naturalmente empeoró el escenario.

Así, la institución citada recortó las proyecciones de crecimiento de la demanda en EE.UU. para 2020 del 0,8% al 0,5%, situación que podría redundar en una baja de precios para los productos lácteos domésticos. Asimismo, en plena pandemia, las cooperativas lácteas en EE.UU. comenzaron a derramar leche para frenar su sobreoferta mientras los precios se contraen a mínimos que no se veían desde hace casi cuatro años. Ello parece responder al cierre de escuelas y restaurantes -mayores fuentes de flujo del producto- y aun cuando los usuarios acumulan cajas de leche larga vida adquiridas en los supermercados dicha acción no consigue subsanar el escenario imperante.

A su vez, los países de la UE han aumentado su presión sobre la Comisión Europea (CE) en Bruselas para que se salvaguarden los sectores alimentarios domésticos, y en particular aquellos de las carnes y lácteos, fuertemente aquejados por la crisis del coronavirus, como resultado de la retracción de la demanda.

Como corolario de dichas presiones, la CE anunció en abril medidas anticrisis para el sector agrícola, poniendo a disposición 30 millones de euros (en torno a US$ 33 millones) para asistir al almacenamiento privado de leche descremada en polvo, manteca y quesos. De dicho valor global se utilizarán por períodos máximos de dos a siete meses 6 millones de euros destinados al acopio de 90.000 toneladas de leche descremada en polvo, 14 millones para el estoqueo de 140.000 toneladas de manteca y 10 millones para el mantenimiento de 100.000 toneladas de quesos, todos ellos derivados del procesamiento de excedentes de materia prima.

Por su parte, Fonterra Co-operative Group Ltd, la compañía neozelandesa líder y mayor exportador mundial de productos lácteos, anticipó a sus granjas lecheras la imperiosa recesión mundial económica resultante de la crisis sanitaria, la cual se refleja en los precios de productos y servicios, afectando el poder adquisitivo de las familias. Al respecto, la empresa cifra su expectativa inmediata en la recuperación de la demanda del mercado chino, cuya economía estaría intentando volver a la normalidad.

Finalmente, en nuestro país el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) dio a conocer los resultados de producción mundial de leche del primer bimestre de 2020, generando nuestro mercado un aumento significativo a nivel global (+10%) en comparación con el mismo período de 2019. Por el contrario, los principales países elaboradores e importadores, que concentran en torno al 60% de la producción mundial de leche vacuna, solo pudieron registrar un incremento total de apenas 2,8% durante idéntico período.

En este sentido, debe mencionarse que el INTA Lechero presentó las aplicaciones digitales desarrolladas por los especialistas de la entidad para ayudar en la gestión integral y eficientización de los sistemas de producción lecheros. Dichas aplicaciones permiten estimar de manera rápida el costo de producción de leche de los establecimientos y su rentabilidad, además de otros indicadores productivos y económicos. Asimismo se dio inicio formal al “Club de Buenas Prácticas Tamberas”, una iniciativa del INTA Lechero con el apoyo estratégico de la Fundación para la Promoción de la Cadena Láctea (FunPEL), cuyo objetivo es que tanto las empresas tamberas como sus integrantes incrementen su eficiencia y competitividad, apuntando a mejorar cada día la calidad de los alimentos consumidos por la sociedad.

En cualquier caso, el Centro de la Industria Lechera (CIL) se manifiestó a favor de una mesa de diálogo con las autoridades nacionales y los gremios, ante la crítica situación en la que se encuentra el sector, agravado severamente por la caída de ventas y el incremento de costos, en el marco de la pandemia.

Con criterio general, puede concluirse que cabe aguardar un incremento de los excedentes de productos lácteos en las regiones exportadoras, situación que combinada con la competencia mundial entre los grandes exportadores y la contracción de las importaciones de lácteos en el mercado chino podrían derivar en una disminución de los precios globales durante 2020.

Todo lo antedicho evidencia que los mercados responden a un entramado social, económico, financiero y político propio, donde cada país intenta cuidar la salud de su población, al mismo tiempo que garantizar la subsistencia de las pequeñas y medianas empresas locales con el subsecuente mantenimiento de los respectivos puestos de trabajo. Sin embargo, dichas características propias de los mercados tienden a evidenciar una mayor complejidad ante un contexto de incertidumbre global como el que impone la pandemia en torno del Covid-19, situación que agrava a mediano plazo la volatilidad inherente al mercado mundial de lácteos.

Fuente: https://eleconomista.com.ar/