Por Eduardo Schwerter

Presidente, Agrollanquihue A.G.

 

Los gremios que representamos a los ganaderos del Sur de Chile hemos observado con atención y preocupación la discusión en el parlamento del proyecto que regula la categorización del concepto CARNE y que busca evitar que se nombre bajo dicha denominación a cualquier producto comestible que no sea de origen animal. En abril pasado, la Cámara de Diputados aprobó el articulado del proyecto (boletín 12599), que permite catalogar bajo dicha denominación exclusivamente a productos comestibles de origen animal. Este proyecto de ley se hizo necesario porque durante mucho tiempo hemos visto como distintos productos alimenticios suelen utilizar la palabra carne en su etiquetado, sin serlo, incumpliendo el Reglamento Sanitario de los Alimentos que define claramente CARNE como la parte comestible de los músculos de los animales destinados al consumo humano.

Entonces cabe hacerse la pregunta ¿en qué pensamos cuando pensamos en carne? Si hacemos el ejercicio, es altamente probable que se venga a la mente un producto de origen animal y muy poco probable uno de origen vegetal. Esto es importante porque, cuando una mamá o un papá piensan en alimentar a sus hijos con carne, saben que están optando por un alimento de una calidad nutricional superior y no puede ser confundido con otro tipo de alimentos que no alcanzan dicho estándar. La salud y el adecuado desarrollo de sus hijos está de por medio.  Como gremio es de alta relevancia velar para que se entregue la información correcta al consumidor, que no de espacio a dudas o malentendidos sobre lo que se está adquiriendo.

Debemos ser claros y precisos, especialmente la autoridad. Que el ministro de Agricultura, plantee que “vía etiquetado tiene que haber claridad de lo que es carne de origen animal con carne de origen vegetal», muestra que desconoce su responsabilidad en la grave confusión que puede provocar en el consumidor final.

La carne y los productos vegetales son necesarios y complementarios, pero totalmente diferentes en su función nutricional y se deben representar a través de un etiquetado que señale la verdadera naturaleza del alimento. Las cosas se llaman por su nombre y son lo que son.

Afortunadamente hay parlamentarios que entienden la importancia del tema y han avanzado en ambas Cámaras en sacar adelante el mencionado proyecto. Como gremio, seguiremos atentos a la discusión parlamentaria, esperando que siga la misma senda que han tenido iniciativas anteriores como por ejemplo aquella que reserva el término leche para el producto de los animales de ordeña y el término miel para el producto de las abejas.