En el ámbito agropecuario nacional, los últimos días han estado marcados por el alto precio de las papas. En tanto, nuevas declaraciones de autoridades del sector manifiestan que podría haber acaparamiento y quizás colusión en este mercado. Esta discusión se ha generado porque se trata de un alimento básico y para muchos insustituible y recurrente en su alimentación diaria.

Hay que explicar que el mercado de las papas en Chile está conformado por una oferta muy alta originada desde miles de productores que llegan cerca de un millón de toneladas de producción anual como promedio de los últimos años, además de intermediarios y comerciantes. Muchas veces el consumidor puede comprar la papa directamente al productor, porque este noble cultivo no requiere de gran procesamiento para llegar al mercado. Por otro lado, el productor al tener un precio razonable (mayor que los costos), prefiere, una vez cosechado, vender su producción lo antes posible porque el costo de guarda es alto y además tiene que cumplir con las obligaciones financieras que generó dicho cultivo. Este proceso de venta del agricultor dura entre 4 y 5 meses, por lo que en julio ya queda poca papa en la zona sur, principal zona productora del país.

En estos días se está evidenciando una mayor escasez del producto, provocada por una menor siembra el año pasado, que según Odepa, es la más baja en superficie en al menos 20 años, equivalente a un 20% menor respecto de la temporada 2021/22. Dicha situación la advertimos el año pasado, cuando se constató el significativo incremento de los costos de producción, principalmente fertilizantes, combustibles y otros. Esta menor producción está afectando la oferta de la papa del sur necesaria para cubrir la demanda del país hasta la salida del invierno, cuando debiera aparecer la papa temprana de la zona central, la que, para esta temporada, incluso podría verse afectada por las excesivas lluvias recientes.

Al concluir quiero reforzar lo que hemos dicho innumerables veces, así como también otras voces del sector, los agricultores no fijamos los precios de nuestros productos, analizamos el mercado y tomamos las decisiones de comercialización; luego de invertir, sembrar, trabajar y correr los riesgos económicos, climáticos, entre otros, y así abastecer de alimentos a la sociedad resguardando la seguridad alimentaria de nuestro país.

Por Eduardo Schwerter

Presidente de Agrollanquihue